jueves, 7 de julio de 2016

Vivir con alegría .... porque ahora soy quien soy y no otra

Hace unos días, quizás porque ahora tengo una sobrina que la veo pasar por esos días tan duros y que nos marcan tanto que componen el hecho de pasar de la niñez a la juventud, me acordé de una de esas decisiones que han marcado mi vida y que me han ayudado a ser quien soy.

NO recuerdo si tenía 13 ó 14 años, lo qué sí que recuerdo es que yo no quería resignarme a la vida que me esperaba en el pueblo, no por el pueblo en sí, aunque también, si no sobre todo porque yo quería llevar las riendas de mi vida, no esperar a que alguien me rescatará, porque era consciente de que ese rescate tenía un precio que yo no estaba dispuesta a pagar. Entonces pese a todas las críticas yo intuía que estudiar era mi única opción, pero además el estudio colmaba en parte mi gran curiosidad y deseo de aprendizaje.

Bueno lo dicho, lo recuerdo como si hubiera sido ayer estaba yo con mis estudios y me dí cuenta que cuando lograba disfrutarlo tenía mejores resultados y aún recuerdo cuando se lo dije a mi mentor (bueno un tío mío que a parte de alimentar mi deseo de aprender compartía y respetaba mis ideas de entonces): "me he dado cuenta que si quiero estudiar tengo que aprender a disfrutarlo".

Ya que hablamos de momentos o decisiones importantes creo que parte de quien soy se lo debo a cuatro decisiones que realicé en mi larga adolescencia, una de ellas la que he comentado previamente.
Unos años antes también tomé la decisión de renunciar a la violencia. Yo de niña, era grande e inocente y por ello era objeto de burlas y muchas veces reaccionaba defendiéndome y con un cierto nivel de violencia, ya sea por mi condición física o por mi rabia y siempre ganaba cuando llegaba a ese punto, hasta que una vez me pasé un poco. Y ahí tomé la decisión.

Las dos siguientes creo recordarlas que fueron en el orden en el que las voy a contar: En segundo de BUP yo era una estudiante modélica, sacaba buenas notas y tenía buenas amigas y me convertí un poco en el centro de mi grupo de amigas y compañeras de colegio, y cómo no, me agobie. Y ahí tomé otra decisión importante. Renuncié a liderar cualquier cosa, en el caso de que se me presentará la oportunidad. Es un recuerdo incluso visual, yo bajaba por las escaleras del dormitorio del colegio y me vino a la cabeza. Y decidí que me mantendría en un segundo plano, eso no quiere decir que fuera a renunciar a defender mis derechos o lo que considerará de justicia.

Finalmente la última, que sería al poco tiempo de la anterior. También me di cuenta que la existencia o no de dios no era de mi incumbencia y que prefería lo racional que era más coherente, además me caía mal el personaje de Jesus de los evangelios, como curiosa que soy no me conformaba con lo que me contaban,  me parecía oportunista y contradictorio.  Y con esta última perdí de alguna manera mi adolescencia. Más tarde me encontré con el libro de Bertrand Russell, "Por que no soy cristiano" y al comenzarlo a leer me encontré con el razonamiento de entonces, por supuesto mucho mejor expresado.

Sin dios, sin deseos de liderar, intentando disfrutar de lo que quería hacer de mi vida y evitando la violencia por supuesto entré en crisis, por que una cosa es tomar la decisión y otra muy distinta hacerla tuya.

Claro los años han pasado y ahora sé que pese a lo que me ha costado ha valido la pena. 

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